Huele a Buenos Aires
tu piel de estrella
tu mirada porteña
lo tano de tu voz
Esos labios besando el cielo
trepando muros
soñado
con delirios de sol
Mientras me duermo
Mientras me emborracho
Mientras me olvido
de que todo es un mientras
La sangre puntiaguda del destino
se vuelve torpemente guitarra
entre mis manos repletas de dedos nerviosos
acunada en los tonos de otra canción
- quizás de amor -
Tranquila, en tus sombras tan llenas de calles
y de colectivos
de tristezas en los hombros
y distancias de café
que siempre terminan cerca
Porque en cada esquina
hay un Carlitos, y un Abasto
un agujero ahí
entre el riachuelo y el universo
por donde uno se puede colar
y simplemente... volverse tango